Hernia discal

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Hoy en día, la hernia discal es una de las patologías más diagnosticadas en el ámbito de la traumatología. Las dudas que más se plantean las personas que padecen esta lesión se relacionan con las causas, los síntomas, el tratamiento, el pronóstico, etc. Aquí os resolveremos estos interrogantes.
El tejido cartilaginoso que se encuentra entre vértebra y vértebra de la columna se denomina disco intervertebral. Tiene un papel importante en la absorción de fuerzas e impactos que se producen entre vértebras, además de dotar a la columna de mayor movilidad y flexibilidad.

Anatomía vertebral

Anatomía vertebral

 

Anatomía y mecanismo de lesión

Los discos intervertebrales están formados por dos partes. El anillo fibroso es la capa externa del disco, que rodea y protege al núcleo pulposo, que se encuentra en la parte central. La hernia discal se produce cuando, por el deterioro y deformación del anillo, el núcleo pulposo se desplaza (en ocasiones sale al exterior), pudiendo comprimir la médula espinal o alguna raíz nerviosa que sale de esta, y produciendo así dolor de tipo neurológico. Un dato interesante es que no todas las personas que tienen una hernia discal padecen dolor, ya que puede que esta no comprima ni la médula ni ninguna raíz nerviosa y por lo tanto, no producirá síntomas.

 

Hernia discal

Hernia discal

 

La hernia discal no tiene una única causa, sino que es de origen multifactorial, depende de diversas variables. Entre ellas encontramos factores mecánicos (mala higiene postural, traumatismos, actividades repetitivas, falta de resistencia de la musculatura estabilizadora…), factores psicosociales y factores de riesgo como la edad, el tabaquismo, el sedentarismo, o el sobrepeso.

Los síntomas que puede producir son: dolor (ya sea localizado o irradiado hacia otra zona), sensación de entumecimiento, debilidad muscular, rigidez, hormigueos, falta de sensibilidad… Esto nos puede afectar en las actividades básicas de nuestra vida cotidiana, llegando a incapacitarnos temporalmente.

Tratamiento

Desde el ámbito de la fisioterapia, existe un amplio campo de intervención y tratamiento. En un principio, consistirá en el alivio de los síntomas mediante masoterapia, técnicas de terapia manual (tracciones mantenidas o intermitentes), punción seca, termoterapia… Una vez hayan disminuido los síntomas, podemos ayudar a mejorar la función mediante la estabilización activa, es decir, el control y fortalecimiento de la musculatura profunda. Esta musculatura tiene función estabilizadora, es decir, controla que el movimiento entre vértebra y vértebra sea el idóneo en cualquier actividad de nuestro día a día, y su desarrollo producirá una mejora notable en los síntomas. Esto es debido a que las cargas se distribuirán de mejor forma y la articulación no sufrirá tanto estrés mecánico, al estar estabilizada activamente por dicha musculatura y no solo de forma pasiva (ligamentos, disco…).

La creencia general de las personas que padecen una hernia discal es que ya no van a poder realizar ejercicio de nuevo, o que no van a poder mantener una actividad física moderada. Es cierto que hay un pequeño porcentaje de personas en las que el tratamiento conservador no tiene éxito y hay que recurrir, como última instancia, al tratamiento quirúrgico. Sin embargo, el pronóstico de esta lesión suele ser en la mayoría de los casos favorable, y hemos visto como, con el tratamiento adecuado, nuestros pacientes han recuperado su calidad de vida y han podido continuar su actividad con normalidad, e incluso seguir realizando deporte de forma moderada.

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